ARTE RELIGIOSO EN EL INICIO DEL CAMINO DE SANTIAGO (y
II)
Moisés Cayetano Rosado
¿Por
qué no continuar -ahora en La Rioja- por un detalle curioso, dentro de la
espectacularidad de lo que pocos ignoran: los monasterios de Suso y Yuso, en
San Millán de la Cogolla? Esa curiosidad son los grafitis del Monasterio de
Suso, primitivo cenobio visigótico de ampliación mozárabe y terminación
románica, que no tiene rival.
¿Ha
reparado el visitante en los grabados de su exterior porticado? Nombres y
dibujos ingeniosos que hoy serían atentado terrible contra semejante patrimonio
arquitectónico, pero -encuadrados en su época- resultan cuando menos
sorprendentes. Son un detalle ingenuo dentro de la grandeza del conjunto.
Grafitti M. Suso. S. Millán de la Cogolla |
Saltando
al noroeste, nos internamos en la Rioja alavesa, donde hay que visitar sin
excusa la población de Laguardia. Ciudad-fortaleza que rivaliza con las de
mayor encanto de legado medieval. Y entre lo mucho que atesora, la admirable
portada de la Iglesia de Santa María de los Reyes, que conserva como ninguna la
policromía de su portada, gracias al resguardo de su cubierta exterior.
Todo
el ingenio del clasicismo gótico se derrama por columnas, arquivoltas, tímpano
y parteluz, resaltando la Vida de la Virgen, asistida por ángeles, apóstoles,
santos, reyes; escenas de la Anunciación, Nacimiento, Adoración de Jesús; su
muerte y resurrección gloriosa; esa magnífica talla con su Hijo, bajo dosel…
Iglesia Sta. Mª de los Reyes. Laguardia. |
La
Virgen con el Niño en su regazo es temática recurrente en la escultura
religiosa de toda la cristiandad, muy repetida en esta zona, como Madre
amantísima, o como Nueva Eva trayendo el mensaje de la Redención. Así, por
ejemplo, en esta talla románica exenta de la Catedral de Santo Domingo de la
Calzada, que tiene suavizado el hieratismo de la época gracias a lo curvado de
los rostros -especialmente el materno-, la carnosidad de los labios y el
resalte de pómulos y mejillas.
Virgen con el Niño. Catedral d Santo Domingo de la Calzada |
¡Cuánto
nos queda atrás! De los lugares nombrados -por los que no hemos pasado más que
de puntillas-, como de tantos otros (Haro, Cañas, Puente la Reina, Yesa,
Artajona, Tafalla, Olite, Calahorra…).
Dejo
para final la inabarcable Nájera. Y traigo de ella un mínimo detalle: uno de
los lados de la tapa (solo la tapa se conserva) del Sepulcro de Blanca de
Navarra, del Monasterio de Santa María la Real. Magnífico relieve sepulcral
románico, como tantos otros que la zona atesora.
En
este caso, mostrando en la parte superior al Pantocrator en la mandorla
mística, acompañado del Tetramorfos y los Apóstoles, y en el lateral la muerte
de doña Blanca, asistida por ángeles en el centro, y a sus lados escenas de
dolor, destacando su esposo -Sancho el Deseado, que encargó esculpir este
sarcófago-, de espectacular expresividad.
Sepulcro de Blanca de Navarra. Monasterio St. Mª la Real de Nájera |
Hagan la ruta. Es
imposible describirla. Y apuntarla apenas si resulta ilustrativo. Ver y tocar
-como un Santo Tomás-, se hace necesario, para abarcar tanta grandeza y
disfrutarla sin reservas.